Elo es nuestro protagonista, un ser físicamente perfecto y adelantado a su tiempo capaz de concebir la nueva existencia que con el paso de las edades de la humanidad ha evolucionado.
Elo era ambidiestro y manipulaba con soltura las dos manos, tenía complexión fuerte de ejercitar la natación pero si él nos gusta más de lo razonable es porque es uno de los personajes más importantes que ha servido para promocionar la vida, y encontrar esperanza allí donde esta falte.
Por más vueltas que le daba no terminaba de dar con la solución: la capa de ozono había perdido lentamente, pero más aprisa de lo esperado, su capacidad de protección medioambiental. En algunos países menos desarrollados y menos optimistas, eran muchos los hombres y mujeres que habían sufrido desilusión de la última esperanza y al conocer el estado de la realidad no encontraban solución lógica y llevados de la histeria terminaban su vida en masacres frías y dolorosas.
Elo será nuestro profeta, el último eslabón de la cadena evolutiva, es la respuesta a una utopía que necesariamente ha de alcanzar su grado de realidad.
Elo nació en una aldea pequeña, cerca del mar y en cuyo centro hay un pequeño lago cuyas laderas, las riberas, se encuentran comunicadas por un viejo transbordador.
Además había toda una gran construcción de canales que recorrían toda la zona urbanística.
Allí vivían sus padres alejados de cualquier vecino y cuyo territorio sólo compartían con un mago que vivía en un castillo a más de diez leguas. Su madre sólo había conocido a su esposo y nunca habló con ningún otro hombre a no ser éste o su hijo.
No nos entretendremos en lo casta o pudorosa que pudo ser la buena mujer pero sí diremos que sufría de sueños que profundamente le evocaban momentos de su vida pretérita. Ella inconscientemente trataba de desentrañar que eran estas ensoñaciones trataba de interpretar y dar significado a todo lo que iba aconteciéndole. Situaciones, casos y cosas que pasaban por un triángulo vital de relaciones humanas: ella, su marido y su querido vástago.
Su madre querida hacía mucho tiempo que había muerto tras la desaparición de su hombre que al no volver del mar todo indica que éste debió tragárselo. Aún no se ha encontrado el cuerpo de aquel ser valiente y vigoroso, lleno de potencia y buscador de una filosofía de vida que le llevó en su trayecto vital a aprovechar el tiempo y a desarrollar actividades tales como cazar, pescar y cosechar como si de un Superman autosuficiente se tratara.
Ya fallecidos sus padres Elo veía como poco a poco la realidad transformaba al hombre que quizás podría evolucionar pasando de ser un bípedo, sin plumas, de sangre caliente, sin agallas pero con raciocinio a ser una nueva especie… podemos concebirlo como un mutante. Elo tras sufrir la picadura de un insecto peculiar estuvo en el umbral de la muerte pero sobrevivió desarrollando muevas facultades respiratorias. Pronto empezó a sentir que la respiración le faltaba y aquella apnea suponía quedar en situación de síncope. Iba dando bandazos y se le entrecortaba la respiración hasta que un día en que se encontró con el mago, se atrevió a hacer confesión de aquello que sufría desde le picotazo de aquel insecto cuyo principio venenoso desconocía.
El mago tras pensar un poco en lo relatado por Elo, y envuelto en un aura de ilusión le habló a Elo acerca de un nuevo invento en la tierra. Un “respiradero” creado para personas fumadoras que con ansias de seguir viviendo probaban ese aparato mientras se refugiaban a respirar bajo el agua. Bucear pero sin escafandra. Elo no sabía si aquello tenía algo que ver consigo mismo.
Él nunca había fumado, no obstante antes de su muerte fue capaz de darse cuenta y resolver cómo había ocurrido todo: ¿se trataba de un milagro?
La intención de Elo en edad madura no era otra que encontrar esposa que le diera un hijo con las nuevas características que vaticinaban no el fin del mundo, sino la continuidad de la existencia, mediante algo que él solo percibía gracias a su intuición.
Antes de casarse quería conocer las consecuencias del contacto con aquél insecto díptero, semejante al mosquito, pero algo mayor, que se alimentaba del jugo de las flores. Se denomina típula y vive gracias a las raíces de muchas plantas de huerta y de jardín.
Todo aconteció un día que estaba dejando de llover sintió como un bicho merodeaba las flores y frutos. Al tratar de espantarlo le picó. Sintió su veneno pero nunca encontró su antídoto. Aquel pernicioso líquido le provocaba fiebre alta y pérdida de visión momentánea.
Tras muchos años de estudio antes de su unión con una mujer fértil, entendió que necesitaba de más de un típula, su venero era una substancia con la propiedad de mutar los alveolos pulmonares en unas desarrolladas branquias, por lo que él ensayaba consigo mismo en su piscina. Cada vez necesitaba más cantidad de sustancia, era tal el efecto químico que no se atrevía a dejar de autoabastecerse de aquel venenoso y adictivo líquido.
Empezó a buscar por Internet la existencia de algún animal que le sirviera para mantener equilibrado el submundo que estaba creando y dio con un urodelo (ya sabes, uno de esos animales anfibios que conservan durante toda su vida una larga cola que utiliza para nadar y tiene cuatro extremidades aunque a veces le faltan las dos posteriores y en algunas especies presentan branquias en el estado adulto).
Se puso a investigar, quería saber qué podía ocurrir si reunía bajo el mismo espacio vital los urodelos con una enjambre de típulas. Era su intención mostrar al mundo nuevas salidas naturales al problema vital, quería dar a entender que la Tierra es perfecta, que habría de existir un nuevo ser en este mundo que sería capaz de continuar.
Mientras desarrollaba su tesis en el cuarto oscuro, que le servía de laboratorio, pensaba si su realidad era también real.
Conocidos los típulas y sabiendo que de ellos se alimentaban los urodelos, le pareció bien crear un espacio útil donde convivieran los insectos y los anfibios. Todo ello, para no perder su dosis de veneno al que se había hecho adepto. Gracias a los reptiles el equilibrio de la madre naturaleza era, entiéndase bien, bastante equilibrado.
Por otro lado pensó en hacerse con un equidna esto es un mamífero insectívoro cuyo objetivo era importante en aquel ciclo vital de las especies. El equidna tiene un hocico prolongado en forma de pico, piel espinosa, lengua larga y unas uñas fuertes para comer. Pensaba que a este animal lo trataría con sumo cuidado, como si fuese un animal de carácter doméstico. Su leche era un alimento rico en sales. Sales propias de halófilos, con los que los equidnas se podían alimentar. Su intención era buscar alimento para solucionar el problema de las escamas capaces de proteger al hombre. Si el equidna conservaba sus espinas, Elo encontraría una manera de manipular sus genes alimentándose de equidnas y sobre todo gracias a su producto mamario novedoso cuyas vitaminas y sales podrían convertirse en el nuevo santo grial para alcanzar un estatus humano acorde con las nuevas circunstancias.
Una vez estudiado todo esto no le quedaba más que procrear a ver qué ocurriría.
Elo era virgen, nunca había dejado a nadie que le quisiera o le amara, pues quería estar seguro de lo que hacía y buscar alguien que realmente cumpliese sus expectativas.
Cada día pasaba más tiempo bajo el agua y en ocasiones se quedaba en el fondo de la piscina aletargado. No moría pero sí sentía el impacto del “respiradero”, aunque él no poseía las características propias de los usuarios de dicho aparato, sí sentía las mutaciones y los cambios de estados físicos que aparecían en su cuerpo poco a poco. Era como si aprendiera a bucear y así provocaba en su interior una nueva sensación como el ser superior que como siempre se ha mostrado el ser humano. Quizás la alas no llegasen o no de momento pero sí al menos las escamas... aquello empezaba a mostrar sus constantes. Podía concebir a la perfección un ecosistema donde los cambios eran síntomas de una Era más de vida humana gracias a sus mutaciones, cambios y variaciones de carácter natural.
Elo recordaba cómo decidió abrirse camino buscando alguien que continuase con su genética. Por ello buscó una mujer fértil.
Fue a dar explicaciones sobre el “respiradero” a casa del mago y ambos mantuvieron una conversación (ya sabes, una de esas en que estás arreglando el mundo, pero no sólo con palabras sino con experimentos y ciencias en pos de la biología.
Faltaba quizás encontrar algo nuevo, Elo manifestó por escrito dejando constancia de que él no era más que un anfibio pero sin cola. El hombre y la mujer tienen la cola atrofiada.
Pensaba en que la mutación total llegaría gracias a la alimentación de plancton (microorganismos que viven en las aguas marinas, en los lagos y en las aguas estancadas).
Os comentaré como ocurrió todo el milagro.
Había pasado un largo invierno cuando Elo decidió que en primavera buscaría esposa para contraer matrimonio en verano y en otoños dejar a su mujer hecha madre.
Con su ordenador personal se puso en contacto con tres mujeres. Poco a poco fue conociéndolas. Valoraba en ellas su vocación maternal, su austeridad y ahorro así como su capacidad de encontrar un “motivo para existir” más allá de la cuestión material, viendo en ella la facilidad para transmitir los valores humanos para hacer de su hijo un ser perfecto.
Quiso conocer físicamente sólo a una de las mujeres, la que comparaba únicamente con su madre. Un día cualquiera le invitó a un picnic en su jardín para mostrarle la piscina donde pretendía se dieran un baño.
La mujer elegida no sabía nadar.
La piscina no era muy profunda aun así gracias a un flotador ella flotaba y se reía mientras Elo maquinaba la mejor manera de “llevársela al fondo”.
Al no saber nadar ella quedaba intimidada por lo que él aprovechó para convencerle de probar el “respiradero”.
Para nuestro protagonista el fin justificaba los medios, él entendía que transformaba algo malo en algo bueno y conseguía que se crearan en él y en ella unas agallas antes desconocidas.
El efecto del nuevo invento hacía que al llegar al fondo de la piscina cayeran adormecidos… Elo aprovechó para hacerle el amor y dejarla preñada.
Aquello fue un desastre pero dándole la posibilidad de ser madre de su hijo le invitó a quedarse allí a vivir en su casa y recibir de ella su amor e inocencia.
Ella aprendió a nadar, sin embargo lo que había aprendido era a manifestar su condescendencia para que Elo le hiciera el amor. Elo la llevaba al fondo, la penetraba mientras comprobaba (tras inocularse con el veneno) que con el “respiradero” se mutaban y transformaban las ansiadas branquias bajo el agua.
Su hijo llegó a ser el primogénito de una nueva versión de hombre y mujer. Pero fue gracias al hijo veintinueve (tuvo más de treinta, en concreto treinta y tres) cuando se dio cuenta de que todos ellos eran no sólo otra raza, sino también otra especie.
Aquel hijo, el veintinueve en sucesión tenía escamas. Su madre al verlo distinto a los otros lo cuidaba y protegía.
Ella rezaba pero sólo pensando en su hombre. Sus hijos utilizaban el “respiradero” como un útil instrumento que solo empleaban los mozos cuando querían llevarse el gato al agua, esto es, cuando querían eyacular con alguna mujer para procrear. Sus características eran diferentes a otras generaciones de humanos.
Desde niño se había manifestado como un ser un tanto huraño por lo que recibir a los medios de comunicación le suponía un gran esfuerzo. Habían llegado periodistas y corresponsales de medio mundo y era en aquella su aldea donde Elo, que normalmente respiraba paz y concordia pensaba en mostrarse como un espacio no explorado por los países que se pueden considerar como más desarrollados.
Se consideró positivo reunir a todos aquellos emisarios del mundo para dar a conocer una realidad que daba atisbos de una esperanza de vida aún no perdida.
La madre y su veintinueve hijo no quiso aparecer en público y mucho menos hacer de su hijo un mono de feria por lo que ambos tomaron el coche y se fueron hacia un frondoso arbolado, se escondían con temor de ser vistos u oídos.
Elo recibió a los personajes públicos de los diferentes medios en rueda de prensa.
Los fotógrafos tomaban sus instantáneas y los reporteros con sus ordenadores enviaban los datos a gran distancia. Todos estaban ávidos de información, pusieron en un brete a Elo quién dijo que sólo hablaría él, como jefe de Clan y que las fotos válidas serían sólo las suyas.
Madre e hijo temerosos y miedosos se abrazaron con ardor y gran fuerza pensando que allí nunca llegaría ninguno de aquellos seres públicos que cubrían noticias.
Mientras en la aldea Elo se entretenía con los periodistas, uno de ellos, una avispada, joven, intrépida y ágil mentalmente, pasó hacia el bosque siendo dirigida por su gran olfato de periodista.
Llevaba una cámara fotográfica de última generación con un amplio zoom. Quería cruzar el bosque a ver qué encontraba cuando a lo lejos vio una luz hacia la que encaminó sus pasos.
Al asomar la nariz en aquella especie de choza de pastor pudo percibir con gran nerviosismo que allí habitaba alguien.
Tomó su cámara fotográfica pero al mismo tiempo la madre y su veintinueve hijo saltaron sobre ella y le quitaron la máquina de las manos.
La periodista fue atada y amordazada por poco tiempo, era como una especie de secuestro. Madre e hijo sólo tenía la opción de contarle a la periodista la realidad de lo que estaba ocurriendo. Todos lo de la mutación y todos los cambios que estaba sufriendo la humanidad.
Se guardaban muy mucho de mostrarse ellos como un caso extraordinario dentro de la propia mutación. Eso será siempre secreto entre madre e hijo.
Poco a poco se fueron acostumbrando a tratar con la periodista quién se había enamorado del hijo veintinueve. Su madre no sabía si esa relación iba a ser buena para todos por lo que habló con su hijo quien le aseguró que no habría nada entre ellos pues él no estaba de acuerdo con ella ni le correspondería.
Lo que no sabemos es lo que una mujer enamorada es capaz de hacer para satisfacer su pasión y el hijo veintinueve fue seducido y amado por ella que aquellos días ya convivía de “motu propio” con madre e hijo.
Sus relaciones sexuales iban cada vez a más y la madre optó por abandonar por un tiempo la choza para dejarles en libertad vivir su sexualidad… (algo que ella desconocía pues siempre había cohabitado en la piscina).
El hijo veintinueve nunca se confesó con su amante, sólo le habló del clan de su padre por lo que su secreto se mantenía aún protegido.
Ella no se fiaba de unas heridas que según decía le cubrían el cuerpo en sus costados y dedujo que era por eso un enfermo apartado.
Habló con él (con el vástago veintinueve) y le comentó que se iba, que volvía a su realidad, a sus circunstancias, al lugar donde desarrollo y bienestar van de la mano.
Él lloró un rato en silencio y le hizo prometer que no se enamoraría de nadie más.
Él había pasado su examen correctamente puesto que habría sido capaz de evitar dar explicaciones sobre sus escamas, sobre las condiciones vitales de un hombre avanzado.
Ella la periodista llegó a la civilización y pronto se dio a conocer a través de su blog la existencia de un clan peculiar que simbolizaba una esperanza de vida necesaria en aquel momento de la historia de la humanidad.
Transcribo unas citas sacadas de su blog: Son jóvenes, un clan interesante que aprovechando las modernas máquinas para respirar las personas que han fumado, encuentran refugio bajo el agua, encuentran un momento de placer y deseo, copulan bajo el agua, montan a sus sirenas. Viven gracias a un “respiradero” (el nuevo invento para los fumadores que tienen ansias de vivir). Se alimentan de plancton y en sus granjas alimentan equidnas (cuya leche tiene a penas nata), viven en un ecosistema nuevo con unos insectos venenosos, que natural y proporcionadamente eliminan los urodelos pues se alimentan de ellos. Desde aquí me cuesta el marketing. Son modas que vienen de la mercadería tabacalera. Un clan como otro que podría tratar de desarrollarse en la luna, quizás con otras características, ya sabes agua, oxígeno y amor. Qué vivan los personajes de nuestras historias. Vivir y dejar vivir.
MARÍA TERESA MENDOZA HERNÁNDEZ
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