RELATO CORTO
Ella siempre había soñado que su mejor baile fuese reconocido por el juzgado calificador, máximo exponente capaz de dar el visto bueno en la valoración de aquella prueba de ingreso en la Facultad de baile. Se preparaba en la academia con mayor prestigio en todo su país. Llevaba más de medio año con el mismo tema, pero además llevaba más de diez años desde sus inicios practicando el ballet clásico en el colegio.
Sus amigos habían optado por otras carreras más comunes lo que no quiere decir que ella no viviese sometida a una tremenda disciplina, quizás más rígidas que las de sus compañeros. Con ellos había tenido un verano magnífico, durante el cual habían tenido tiempo de ofrecer y comprobar qué querían unos de otros. Sus amistades más íntimas eran un par de chicos y su mejor amiga en total eran cuatro dos parejas se podría pensar… sin embargo su relación… se puede considerar como un amor filial, paternal. El sexo no era cuestión de discriminación sino una realidad que llevaba a cada uno a decidir con quién encontrar el amor, pues aunque existiera “filling” éste no era un deseo carnal, era otro el sentimiento que daba significado a su relación como pandilla donde reinaba la sinceridad y la verdadera amistad.
Salió el otro día (según me contó cuando me relataba todo esto que os voy a narrar)… pues como os decía: salió el otro día para ir a comprar unas buenas zapatillas de ballet y algún tutú para presentarse a la prueba, necesitaba que el vestido fuese femenino y claro con esa intención entró acto seguido al centro comercial. Se fijaba al caminar en todos los anuncios con luz de neón que hacían de ese caminar una aventura por la selva humana que conforman los establecimientos de la zona de compras.
Le atendió una señorita muy agradable, que pronto le puso al corriente de las novedades en trajes de baile que podían serles útiles. Eligió uno en tonos negro y rosa… Aunque ella veía el efecto apostó por consultar a la dependienta que le asesoraría si era apropiado llevar esa prenda, básica, con la cual correría el riesgo de verse triunfante o fracasar de por vida en unos diez minutos que duraba su interpretación.
Mientras trataba de echar un vistazo a todo el percal aconteció algo inesperado fue testigo de un hurto o un posible hurto de un traje de baño. Un señor echaba un vistazo a la ropa de natación, se llevaba en el bolsillo del pantalón un bañador azul y blanco. Al intentar salir sonó la alarma y el hombre fue retenido por los agentes de seguridad, que reconocieron al caco como uno de los indigentes de la zona que probaban suerte a ver si era posible que le llevara al cuartelillo y entre que ser puesto a disposición judicial, y declararse inocente, poder comer calentito. Lo normal es la situación de presunción… de inocencia pero él había sido pillado “con las manos en la masa”. Es increíble pero hay personas que viven así. Son mendigos y viven de la providencia, no lo tienen fácil cuándo son pillados en caso de fragante delito por los servicios de defensa civil alcanzan lo que pretenden ponerse a buen recaudo y comer alimentos calientes.
Tras salir de aquella zona comercial con el vestidito y las zapatillas se fue a la peluquería, iba a pedir que la peinasen haciéndole un recogido. Hoy la peluquera haría una prueba para ver luego la elaboración definitiva del peinado de tal forma que quedase su cara límpida y se marcase el lunar en la zona izquierda sobre la boca que le hacía ser una mujer distinguida y elogiada por quienes fijaban su mirada sobre una cara nunca maquillada que presentaba su labio en un tono rosado y agradable de observar. El siguiente lunes empezaba el casting para optar al ingreso que tanto tiempo llevaba preparando.
La prueba llegaría en un momento tormentoso y duro que podía ser o bien recibir la buena nueva de ser aceptada o bien la mala fortuna de no saber a qué acogerse o en que utilizar su tiempo.
Ella quería vivir y ganarse esa vida con la interpretación clásica de una disciplina: el ballet clásico, lo cual se había convertido en una cuestión tortuosa si el tribunal ante quien ejecutaría la obra no la consideraba apta. La ejecución de la obra solicitada: “Cascanueces” alcanzaba su mayor y menor desarrollo en todos y cada uno de los ensayos. Se negaba a considerar el hecho de ser suspendida pero si así fuera ¿qué opción tendría en su vida? No acertaba a encontrar otra solución, “Dios proveerá”. Así en una semana el lunes siguiente se jugaría todas las bazas de una baraja de naipes donde el azar no es lo fundamental sino que la técnica y la coreografía decidirían el resultado de tal ejecución.
Aquella noche mientras dormía, en su ensoñación (no sabemos si del todo de carácter premonitorio) percibía personajes con el rol de indigentes que como autómatas se dedicaban a vivir en la calle. Pero, ¿hasta qué punto podían entender qué modo de vida era ése?, había de todo en la viña del Señor, y este personaje que le había provocado gran sofoco, que le hacía estar preocupada por él sobremanera… quizás ella podía ayudarle… no sabía muy bien lo que quería.
MARTES: Después de su ensayo que le llevaba tanto como unas ocho horas o nueve de repeticiones y coordinación, en conjunción con destreza y perfección todo ello unido en conjunción con armonía, le hacía sentir gozo en todos y cada uno de los pasos en la ejecución de una obra clásica que ella misma había elegido.
Al salir de la academia mientras esperaba el autobús que le llevaba al centro fijó su atención sobre un par de hombres desmejorados y abandonados que se reían uno y otro, porque había encontrado (el más alto de ellos) un teléfono de plástico que sonaba al tocar las teclas, era un “teléfono de juguete”… lo habría perdido algún niño. Ambos hombretones conocidos por pedir en la calle, se reían y se preocupaban por saber quién era el dueño de dicho cachivache pues lo habían cogido de la basura.
Se fijó en ambos y reconoció a uno de ellos como el malogrado sisador que el día anterior había intentado llevarse sin pagar un bañador. No dudó en acercarse a él para preguntarle por su situación de pobreza.
¿Por qué no tratará de buscar trabajo?, se preguntaba ella para sí misma pues ella no era nadie para hablar o arremeter verbalmente contra una actitud de inoperancia frente al posible abandono en manos de la caridad humana.
Al final se decidió a acercarse para escuchar con salvación:
-Yo ayer, -comentaba el mendigo.- comí calentito en comisaría. No tenía ganas de ir al comedor a disfrutar del alimento ofrecido como beneficio y opté por tratar de simular el robo de una pieza de ropa de unos grandes almacenes. Fui juzgado y ya estoy en libertad… ¡qué no se me acabe este chollo! Al oír aquello, ella no pudo más que acercarse a los dos hombres y les comentó su intención coherente por entender cuál era el destino que había elegido para encontrarse como indigentes pidiendo limosna o como ladrones capaces de hacerse con prendas robadas que le servían de utilidad, y si realmente era tan dura su vida que se veían avocados a perder la dignidad del respecto del derecho de propiedad para saltárselo a la buena de Dios y profanar en las tiendas el poder de posesión sólo con la intención de comer calentito gracias a los servicios de seguridad ciudadana.
Obtuvo un silencio por respeto, no entendía cómo una mujer atractiva podía acercarse a ellos y entablar conversación si ellos eran lo último, lo más miserable de la existencia.
Ella siguió e insistió hasta preguntar que por qué no buscaba trabajo, qué algo sabría hacer…
Fue entonces cuando Maqui, el ladronzuelo de trajes de baño, le comentó a María que él había estado viviendo con su madre que nunca le abandonó pues él era un enfermo mental peo que al fallecer su mamita se había quedado sin nada, perdió incluso la casa donde vivían ambos y ahora tenía que ir cada cierto tiempo al centro de salud a buscar la medicación, además vivía en un piso con otros enfermos de su misma naturaleza y robaba para poder comer calentito en comisaría, no hace daño a nadie.
MIÉRCOLES: Tras el ensayo y cómo el día anterior acercó a encontrarse con Maqui. Estaba sólo y bebiendo un poco de agua, se sentó junto a él antes de llegar a la marquesina del autobús e inició una conversación durante la cual se sinceraban los dos.
Ella sí comentó la circunstancia de lo que era su situación vital, pero no le comentó lo de la necesidad de ganar la beca para entrar a realizar su sueño en la facultad de baile, de lo contrario quizá se encontrasen en alguna boca del metro, tratando de demostrar su parte más artísticas con la cual pensaba comprarse un bocadillo.
Mientras se comentaban sus circunstancias, ella le dijo que le invitaba a tomar un café calentito y un bollo si así quería…
Maqui aceptó, no entendía porque esa mujer se fijaba tanto en él. Hace mucho tiempo que fue al barbero, y no recordaba sino una sonrisa desencajada, un par de arrugas en la frente y ojeras así como patas de gallo cuyo aspecto daba la impresión de un incipiente abandono físico… eso sería fácil… si ella cuidase de él, asearle y tenerle limpio era más sencillo que llenar su corazón de amor y de psicología su actitud.
Fuera como fuese ella no entendía aquello que empezaba a sentir con aquel ser que una vez escudriñó y que le cautivó, era bastante más inocente de lo que en un primer momento le podía haber parecido, quería quedarse en soledad y sopesar si le convenía o no tener algo con un hombre tan desafortunado a quien ella gustaría dar una posibilidad de vivir y como no convivir, quizás esto último era lo más difícil tratar de vivir en compañía, ella podría ser su enfermera de noche y enfermera de día… para hacerle sentir útil, pues él tendría su ocupación aunque fuese en su casa, para hacer los oficios y la comida y por la noche hacerle soñar entre las sábanas.
Por otro lado pensaba en la posibilidad de suspender el examen y no conseguir la beca, en cuyo caso, se vería obligada a vivir en la calle o a buscar algún trabajo sin opción de dedicarse a aquello que era su verdadera vocación
Ya le había dicho a él que ella quería ser bailarina, él se asustó porque ese trabajo le resultaba un poco frívolo. No se atrevió a preguntarle en dónde bailaba, pues ella quería hablarle de la prueba por entender que quizás hablar de ello se imponía como una realidad gafe a todos los efectos. Por lo que le comentó que aún estaba buscando donde bailar.
JUEVES: Tratando de ejecutar a la perfección el baile Cascanueces pisó un poco mal que se hizo paso enseguida un poco de hielo y no era más que un pequeño dolor que pronto cedió.
Todo esto le hizo pensar qué quizás si algo le hubiere salido mal se habría visto a ella misma en un situación de desamparo y desesperación por no tener nada que cenar o dónde dormir.
Ese día no iba a ir al centro había quedado con sus amigos para darse un saludo y comentar qué camino iban a seguir en pos del futuro al que llegarían con la esperanza de alcanzar las cotas de conocimiento y aprendizaje de los diferentes oficios a los que pretendían acceder.
La reunión llena de encanto estuvo llena de encanto y pronto se formó una gran algarabía en la que todos se deseaban unos a los otros, mutuamente, grandes felicidades en sus nuevos destinos. Tras aquel encuentro y ya cerca de casa empezó a darse cuenta de que estaba pensando en el indigente, en aquel ser pobre de beneficencia Quizás el hecho de sus encuentros tenían un significado pero lo cierto es que haberse visto en estos momentos le provocaba la actitud de preparar con mayor interés su baile, la prueba era muy importante y se lo jugaba todo de una vez.
No quiso comentar a nadie su último encuentro con su último encuentro con Maqui por quién empezó a sentir un cierto sentimiento de compasión. Quería verlo y fue a buscarlo pero hoy no estaba donde solían hallarse. Se imaginaba aquella noche antes de dormir, qué pensaría si ella le declarase que quería cuidar de él. Era como un capricho, se le antojaba que encontrar y hacerse con un hombre tan difícil, era todo un reto. No sabía si decírselo antes de la prueba a esperar o ver cómo se desarrollaren los acontecimientos.
Su enfermedad, punto clave para considerar si preocuparse por un hombre así, era crucial pero no lo peor, si él tomara su medicación y estuviera bien vestido y bien comido incluso podría ir a esperarla al salida, de la Facultad de baile, a ella le encantaría. No sabía su nombre y ya trataba de entenderle, no sabía su edad y ya se lo imaginaba viviendo con él… sería aquello cómo un cuento en el que de tanto cavilar para dar con la solución pierde el contacto con la realidad y no alcanza nada por no ser nada real.
VIERNES: Aquel día tampoco vio a Maqui y si antes no le daba importancia ahora pensaba en él como alguien con quien compartir los días protegiéndole y cuidándole para encauzar un poco la vida de ambos.
Hoy María había estado muy nerviosa durante el ensayo, y tenía miedo de no hacer buen trabajo. Su ejecución no podía tener errores y la técnica había de ser ejecutada exactamente acorde con la música.
Reconoce ella, (pues ella me lo había reconocido a mí), que sentía cierta atracción por aquel enfermo mental, abandonado y sólo que pasaba los días dejando pasar el tiempo, aciagos y ociosos.
Pensaba que el día siguiente si lo viese le podría preguntar por si quisiera ir a la actuación de su examen al cual se podría acceder para visionarlo con entrada libre hasta completar el aforo.
Quizás a él no le engatusaría de aquella manera o quizás accedería y le apoyaría creyendo en ella, por otra parte es lo que ella necesitaba alguien que no dudase de ella, ya que sus amigos no entendían que se puede vivir del baile pero María era de la opinión de que el baile es una filosofía de vida y si ella no llega a actuar en el teatro, siempre podrá manifestar su arte en alguna plaza, esto es en la calle cual inope busca su quehacer y su “modus vivendi”.
SÁBADO: El sábado ensayaba sólo cuatro horas. Era el último repaso pues el lunes a primera hora de la mañana tendría lugar la gran prueba. Se encontró con Maqui, cerca de la parada del autobús y se decidió a invitarle a tomar un helado de cucurucho, el helado era de chocolate sin azúcar. Resultó agradable a ambos. María entabló conversación con Maqui, quién narraba su vida antes de la muerte de su madre. A pesar de su patología cruda y difícil sin solución.
María quiso creer que podría ayudarle. –“El mundo no todo es atracción física y si encuentro en el cuidado de Maqui un salida de escape tendré la opinión de mi misma de actuar bien, haciendo una buena acción, ¿cómo?, pues convirtiéndome en el paño de lágrimas de un hombre con un destino lleno de incertidumbres” –Son estas las premisas que se planteaba María frente a la posibilidad de entablar quizá una redacción más atractiva…
Estuvieron largo rato juntos y aquél calorcillo humano que flotaba en el ambiente parecía ensalzar aquella “cita” que hacía que ambos sintiesen una cierta atracción que iba en crecimiento hacia el deseo de estar juntos y solos.
Por la tarde a eso de las siete María empezó a preguntarse cómo vive en realidad un hombre sin orden ni conciencia, qué le gustaba de la vida a esos seres… a ella lo que más le motivaba para reunirse con alguien, era encontrar un punto común para divagar sobre ello, ¿con qué fin último?, quizás sólo pasar el rato, quizás con interés de entender al interlocutor, o acaso llevar el ascua… a su hoguera.
No sabía nada, ni tan siquiera si él sabía la hora que era, y a qué hora se retiraba a su piso compartido, fue al increparle ella acerca de su vida que él supo muy nervioso. Supo ella que en muchos días no iba por la vivienda diciendo y que la medicación sólo la tomaba de vez en cuando. Quedó muy preocupada tras sus declaraciones pero no tiró la toalla, todo parecía más difícil de lo concebido y quería saber una cuantas cosas sobre ese ser tan, tan… no tenía modo de denominarle, lo único que sabía era que tenía ante ella un enfermo (algo de mente) y su peor mal era la soledad.
Había leído algo referente a los indigentes y la mayoría de ellos no eran conscientes de su realidad. Pero la escucha y comprensión les podría provocar una actitud positiva frente a su estado de inoperancia, de tal manera que recibiendo compresión y ayuda todo resultaría imposible…
Quería entender por su propia voz, si conocía seres como él, pues una vez le vio entablar una relación con un tipo similar que debatían qué hacer con un teléfono de juguete.
Le habló él muy cierto en su expresión: vivimos de la caridad, nos gusta el asfalto, dormimos en la calle tras calentarnos con un poco de vino tinto peleón y a veces nos recogen las almas caritativas.
No nos ayudamos a nosotros mismos pues cada uno es un mundo, hay entre los indigentes una relación de camaradería normalmente, pero también es verdad que hay todo tipo de personas viviendo entre plazas o cajeros automáticos, hay personas buenas y malas, gentes con gran corazón pero con poca cabeza, sin luces, gente con mala fortuna a los que la suerte les ha dado la espalda, pero no somos vagos, ni mala yerba, que aunque ya te digo: hay toda clase de personas, lo normal de los pobres es eso, su pobreza que no viene sola, sino también con la enfermedad, pero no, o al menos, “no todos” parecen ser tipos peligrosos,… psicópatas.
Te quiero comentar que nosotros tenemos sexo, eso es algo que se nos va de la mano el amor no ejercido es quizá como el ejercicio mal ejecutado, no conocí a nadie mientras estuve en casa con mis compañeros enfermos, pero hoy se me antoja que deseo cubrir una necesidad vital, hacer el amor, pero no con vicio, ni yendo a buscar prostitutas, sino el amor como empatía… que alguna mujer me considere igual a igual que vea mi intención de vivir con alguien para hacer que mi vida tenga un verdadero significado tener pareja aquí o allí, en la calle, en la playa. Siempre considerado como un “sin techo”. Y cuando nos amemos nos dará igual aquí que allí, el amor… por amar.
Le gustaba pensar en ella como una posible pareja de amor que era otra forma de sentirse calentito.
Aquel sábado fue uno de los más evocados a su recuerdo tras los inesperados acontecimientos que tendrían lugar al partir del lunes. Parecía que su vida se iba perfilando y dando un giro para presentar una nueva situación en la cual el destino al fin y al cabo designa a cada uno su rol. Entre nosotros, la amistad, (comentaba Maqui) es difícil que cubra las expectativas. Yo he visto dos hombres luchando por cubrirse en la oscuridad de la noche con un cartón sacado de la basura. Ambos tenían frío y terminaron muy mal, uno de ellos fue llevado al hospital, el otro a comisaría acusado por tenencia de armas blancas, pues agredió al otro con una navaja.
DOMINGO: Hacer la colada, ir a Misa, cocinar para la semana, dar la última ojeada al conjunto para la prueba del día siguiente le llevó todo el tiempo diurno, por la noche durmió bien aunque se tomó una tisana de tila para descansar tranquilamente.
Aún no sabía que resultaría de su relación con Maqui, el chico no hablaba claro, no se le entendía bien del todo, “además” o “pero bueno” físicamente era un señor atractivo, moreno, ni gordo, ni delgado, no tenía nada de nada se le podía dar, sin embargo sentía un gran cariño por él.
Aquella noche soñó con la ejecución de la prueba de baile, no lo pasaba ni en sueños y su acompañante que le dijo que hiciera lo que le pedía: irse con él a la boca del metro a bailar que así podrían vivir, que era una opción.
María se despertó asustada, no quería vivir en la calle, aunque sí preveía iniciar una relación con Maqui, algo que le estaba ocurriendo.
Estoy muy preocupada y pensó en buscar opiniones por Internet, allí los usuarios de las redes sociales se reían de las personas con enfermedad mental, a ella no le hacían gracia aquellas perversas ideas llenas de morbo que implican una cierta atracción llamémosla… inmoral. Era algo que le desagradaba: esto era bajo su punto de vista abusar o ensañarse con un enfermo con quien no tiene capacidad de defensa.
LUNES: Por fin llegó el esperado día, ella estaba ya vestida y arreglada. Aquél tutú resultaba espectacular puesto sobre su estilizado cuerpo de elegantes movimientos.
Empezó la obra y todo fue a las mil maravillas y durante el desarrollo de la ejecución se hizo un gran silencio, salió a la perfección.
Sería tras la presentación de todos los aspirantes cuando se nombrarían a los cinco elegidos para concederles la beca para su estudio en la Facultad de Baile.
María había estado observando y la participación de sus rivales presentaba mucho nivel por lo que no se sabía a ciencia cierta hasta que el jurado decidiese u optase por unos u otros de los participantes.
Salió a tomar un café en la sala de entrada al teatro donde había tenido lugar la actuación y allí estaba Maqui muy sonriente se acercó a ella para darle la enhorabuena o lo que ella dijo que aún no sabía cómo terminaría la mañana.
María vivía de una herencia de sus padres, con la casa en usufructo vivia con austeridad y sólo gastaba lo necesario para vivir.
Estuvieron durante un cuarto de hora tomando café en silencio mirándose a los ojos.
Ella no quiso hacer partícipe de sus intenciones a Maqui, antes quería saber si iba a poder vivir del baile.
Llegó el momento del falle del jurado que estaba compuesto por grandes personajes de la popularidad dentro del mundo del baile, y la música de nuestro país.
¡Qué suerte! María una de las seleccionadas.
Le concedieron una de las becas… ahí empezaba su vida, el siguiente paso era pedirle a Maqui irse a vivir juntos pero este no estaba, no aparecía.
Ella quería celebrar su ingreso en la Facultad de Baile con él
Salió a la calle y un coche acababa de pillar a un hombre y lo había matado.
Maqui había perdido la vida de forma fortuita como todo lo que había ocurrido siempre. María al ver lo acontecido salió corriendo y en su callejón (sin salida) se sentó en el suelo frente al muro de piedra y lloró con gran desconsuelo.
Aquel hombre no tuvo donde celebrar sus exequias pero María llevó un ramo de claveles rojos a aquel mortuorio para desconocidos donde descansarían los restos mortales de aquel que podría sido “la pareja de María”
MARÍA TERESA MENDOZA HERNÁNDEZ
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